La India Dormida - El Valle de Antón

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Mujer admirando las vistas desde lo alto de La India Dormida.

La India Dormida. Según la leyenda, Flor del Aire, hija de un cacique, se enamoró de un conquistador español. Yaraví, un joven guerrero de su tribu, que a su vez estaba enamorado de la princesa, se arrojó a la muerte por el rechazo y la humillación. Este suicidio afectó tanto a la joven que la propia muerte le llegó en las playas del Caribe. Su última visión fueron sus amadas montañas, donde había nacido. Las montañas se sintieron tan conmovidas por esta desdichada historia de amor que recrearon la silueta de la joven india. Así nació la famosa ladera de La India Dormida. Después de nuestra excursión al amanecer por el Cerro la Silla, ésta iba a ser nuestra segunda parada del día. 

Desde el albergue, partimos esta vez en coche en dirección contraria a la de esta mañana. Se puede aparcar justo al lado de la entrada. Hay que pagar 3$ por persona y también te dan una pulsera que hay que llevar durante toda la estancia. El recorrido en sí te lleva primero a lo largo de un arroyo y pequeñas cascadas, en las que primero nos tomamos un breve refrigerio, para luego continuar el camino a través de la selva. Este sendero serpentea al pie de la montaña y te ofrece una vista maravillosa de la silueta del indio dormido. En el sendero también se pueden ver las últimas huellas de los indios que vivieron en este valle en forma de escritura en una roca. Sin embargo, la antigüedad y el significado de los jeroglíficos aún no están del todo claros.

Tras media hora de caminata, en la que también tuvimos que dejar atrás algunos metros de altitud en una corta distancia, llegamos a la cumbre y, por tanto, a la cabecera de La India Dormida. Ambos estábamos ya agotados, los últimos días habían sido bastante exigentes, pero esta montaña también nos devolvió todos nuestros esfuerzos. Al llegar a la cima, nos recibió una llovizna fresca y refrescante y un arco iris de postal apareció en el valle. Disfrutamos del momento al borde del acantilado y nos maravillamos con el juego de colores en la distancia.

El resto de la ruta sigue el borde del cráter del enorme volcán. Desde aquí se tiene una vista impresionante del vasto valle y de la ciudad. Dejamos que nuestra mirada se perdiera en la distancia y pasamos un buen rato. Después, volvimos al coche por el mismo camino. La India Dormida también es un lugar estupendo para ver amanecer, sobre todo la vista del valle con el sol naciente de fondo se dice que es magnífica. Debido a los destinos que aún nos quedaban por visitar en nuestro viaje por Panamá, lo dejamos en El Valle de Antón con el amanecer en el Cerro la Silla. Nuestro viaje llegaba a su fin y uno de nuestros últimos puntos era ¡Ciudad de Panamá!




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